Contraneurosis

La neurosis es un trastorno psíquico sin una alteración orgánica demostrable, el las cuales el juicio de la realidad se halla conservado y hay lucidez. Las personas neuróticas son conscientes de su enfermedad, ya que reconocen sus síntomas, de los que la angustia es el más importante. Con la pluma y sin la espada, una modesta propuesta Contraneurosis.

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Nombre: Lucía Foos
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

Joven argentina de 24 años. Estudiante en la Universidad del Cine. Blogger por adicción, guionista en estado embrionario, productora de radio online y mujer imperfecta.

jueves, octubre 19, 2006

Pequeña crisis cotidiana

Si yo te dijera que no es así, que lo fue sólo cuando lo quise y lo pude,
vos me dirías que siempre que se lo quiere se lo puede.

Entonces, si yo te dijera que lo quise y lo pude, pero que hoy no sé si quiero, y que sé que hoy no puedo,
vos me dirías que me tome un vaso de agua, que me fume un pucho, que piense y que decida, y que entonces podré.

Yo te diría entonces que al no saber si quiero sé que no puedo, y que esta puta cabeza va a terminar conmigo. Mientras, fumaría en la cocina, me cambiaría de posición en la silla, me pararía. Que tocar el piano no es poner los dedos en las teclas, que cantar un aria no es abrir la boca y parir notas, que salir a correr sólo me sale cuando quiero tirarme del balcón. Me sientaría de nuevo, tiraría la ceniza, me pasaría la mano por la cabeza con el gesto que conocés. Que estoy harta de saber qué es lo que me pasa y no saber solucionarlo. Que estoy harta de mis autoboicots y mi neurosis. Me darías un beso, me abrazarías y yo querría largarme a llorar para que el momento fuera más emotivo, para llegarte más hondo, para caer de una vez por todas en el estereotipo al que sí tengo las respuestas. Y putearía para adentro por no dejar de pensar, por no largarme a llorar, por no caer en el deseado estereotipo que tanto parece simplificar lo ajeno y del que cuanto más pienso más me siento distante.

En el abrazo, querría que hayas sido el primero. Para darte algo. Para que mi amor no valga tan poco.


Como no lo habría solucionado, te llamaría a vos a casa cuando él se haya ido. Vos escuchás de otra manera, por eso te llamaría. Necesitaría decirte otras de las cosas que le dije a él. Escucharías de otro lado, aunque sea en la misma silla. Estarías sentada, con tus aros grandes y plateados que brillan en el oscuro telón de tu pelo. Yo estaría más calmada, más pensada, para variar. Te diría que él estuvo acá, que le dije un montón de cosas ciertas pero que me quedan más verdades no menos verdaderas. Que desde que volví de allá sé que volví cambiada, me siento cambiada, o me sentía, porque ahora me vuelvo a sentir como antes. Que había cambiado para bien y ahora volví para atrás y no sé cómo hacer para volver al atrás que me gustaba, en el que había vuelto de allá, y no al que volví ahora. Vos destramarías el laberinto de tiempos verbales y encontrarías el intrincado sentido tranquila. Y que no sé qué hacer. Que otra vez no sé qué hacer. Que suena trillado y lo hemos dicho todos, pero que cuando encontré las respuestas me cambiaron las preguntas, y sin quererlo no soy feliz otra vez. Y entonces, no sé qué harías, pero creo que lo que preferiría sería que no dijeras nada, que sonrieras, que me obligaras a empilcharme y salir, por una noche más, a divertirnos como chicas, y no como mujeres.



Porque quizá crecer sea mucho más que todo esto.

viernes, octubre 13, 2006

Anclao en París