Contraneurosis

La neurosis es un trastorno psíquico sin una alteración orgánica demostrable, el las cuales el juicio de la realidad se halla conservado y hay lucidez. Las personas neuróticas son conscientes de su enfermedad, ya que reconocen sus síntomas, de los que la angustia es el más importante. Con la pluma y sin la espada, una modesta propuesta Contraneurosis.

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Nombre: Lucía Foos
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

Joven argentina de 24 años. Estudiante en la Universidad del Cine. Blogger por adicción, guionista en estado embrionario, productora de radio online y mujer imperfecta.

martes, enero 30, 2007

Fumar

Yo sé que hace muy mal fumar. Que seguramente me cague la voz, que tanto la quiero (aunque mi maestra fumó toda su vida y cante como ella sola, no tengo por qué refugiarme en su privilegio). También sé que da cáncer, y todo eso.

Por otra parte, nadie aprueba que fume. Mis amigos, los primeros de la lista. Sobre todo los más queridos. Mi vieja, la siguiente.

Y es que empecé a fumar hace poco. Europa le hace esas cosas a la gente. Le camina por los ojos, le besa los pies, le enamora todo el puto cuerpo y le hace llorar por Internet, a veces. Y también le hace empezar a fumar.

Toda mi vida odié el pucho. Mis viejos me fumaron la infancia y la adolescencia. Mi vieja me fuma el presente. Tuve un novio al que no besaba cuando tenía sabor a tabaco , y con quien me reencontré hace poco. Más que cualquier otra novedad que le conté, verme prender un pucho fue lo que verdaderamente lo dejó atónito.

Pero es así, Europa te hace esas cosas. Te hace muchas cosas. A mí me hizo empezar a fumar, de romántica, nomás. Debería haber empezado cuando estaba sola en París, en mi departamentito de Montmartre, mirando cómo la tormenta arrasaba la ciudad que tanto conocía a través de los libros y que me entró por cada respiro durante cinco días. Pero no. Empecé a fumar yendo a Barcelona.

¡Y claro!... ¿Cómo no iba a ser yendo a Barcelona?... Esa loca de mierda me sacudió el alma. Se merece el mérito.

Lo cierto es que fumo mucho más de lo que me gustaría. Pero hay una verdad más profunda. Disfruto fumar. Creo que ahora comprendo a todos a quienes tanto putié en mi vida pasada (digamos, mi vida antes de Europa). Pero es que, hoy por hoy, si no dejo de fumar, es porque realmente lo disfruto.

Hay puchos fundamentales. El más clásico, el de después de comer. O cuando salís de un lugar en el que no podías fumar, celebrás tu libertad con un encendedor encendido cerca de los labios. El cigarrillo después de hacer el amor es un gran momento, de mucha tranquilidad, mucha ternura, y mucha sensualidad. ¿Cómo dejar de fumar y perder ese placer?...

Los cigarrillos son, también, una medida de tiempo. Irse dentro de un pucho se ha vuelto una excusa fantástica para quedarse un rato más en donde se desea estar, aunque se tenga que irse.

Creo que eso es lo que me ha enseñado el tabaco.
A descansar en la felicidad de los momentos.

lunes, enero 15, 2007

Uruguay

Valizas es como un oasis anti-foucaultiano, en el que no existe la ley y la población consta principalmente de artesanos. En las noches, al haber tan poca luz eléctrica, ellos ponen al rededor de sus mantas con manualidades dos o tres botellas de plástico con una vela prendida adentro, clavada en arena. De esta forma, de noche Valizas se decora con farolitos desde el suelo, y la Vía Láctea desde el cielo.

En luna nueva, cuentan los moradores de las dunas uruguayas, los duendes verdes que pueblan aquél humo dulce empujan a quien esté dispuesto hacia el vacío de las estrellas.

Irse de Valizas es un intermedio entre irse de un Parque Nacional patagónico e irse de París. Es aliviarse ante la perspectiva de una ducha seria y algo de intimidad, y nostalgiarse por la momentánea pérdida de aquella libertad absoluta que sólo puede nacer del matrimonio entre una mochila y una ruta.

Llegar a Piriápolis, en cambio, es volver a casa, es el eterno retorno. No es hacer turismo.

De noche, si una se sumerge en la humareda dulce con su prima, se puede ver cómo el mar ha crecido tanto tanto que las olas rompen contra la rambla, como si Piriápolis fuera La Pedrera, como si fuera una ciudad pesquera y no balneario. Olas inmensas que se comieron la playa, rompiendo por debajo de la rambla, salpicando los autos estacionados en frente del Argentino Hotel, será un recuerdo invaluable de este viaje de distintas lunas.

En Pedrera, mucho antes, la luna estaba llena, y se desparramaba por el mar en las distintas frecuencias del agua. Anoche, la última, en Piriápolis, luego de una charla larga, tendida y debida entre mujeres primas, la creciente sonrisa selenita, fina como una uña, me despedía del Uruguay, sabiendo de mi eterno retorno hacia el Oriente.

miércoles, enero 03, 2007

Adrenalina y tabaco

Mierda!...

Anoche en el delirio insomne escribí poesía en mis deseos y la olvidé para siempre.

Supongo que tendré que volver a ensoñar con eso para intentar recordarlo.


¿Qué se hace con guita regalada?...
Qué terrible...

Opciones opciones opciones opciones...
La vida es fucking elegir, ¿no?.. El hombre está condenado a ser libre, ¿no?..

Puto Sartre!... Por qué siempre tenés razón!?!?...


Me voy a llorar al chalet de papá. Pero antes... ¡un pucho!..

Estoy en un cyber rural, hecho de madera. Los mosquitos se divierten con mis tobillos y hay una oveja fumando marihuana en la máquina de al lado, jugando al counter.