Escribir
No debe ser una imposición, un mandato desde el sentimiento de responsabilidad. Debe ser una búsqueda, un proceso. Una alegría.
Me cuesta a veces. Las horas juegan en contra. Los días deberían de tenerlas a rolete. 56, 125 horas por día no vendrían nada mal. No vivir 200 años. Vivir lo de siempre, pero que cada día sea laaaargo, largo. Taría, ¿no?
Quizá ya no tenga tanto para escribir con teclados. Quizá esté escribiendo con las horas, con los pasos; lo que hago escribe en una historia nunca escrita, que no es sólo la mía. Quiero creer que cuando charlo con cafés, estoy escribiendo; cuando pongo pasión en algo, estoy escribiendo. Pero sé que no es así.
Escribir es una actividad, es algo que lleva tiempo, pasión, concentración. La única que creía no haber perdido es la segunda. Ahora pienso que, si lo intento, también puedo, con voluntad, sostener la tercera. Pero irremediable, irrevocablemente, en tanto hoy soy feliz, lo que no tengo es tiempo para escribir. No porque no quiera. No porque no siga apasionada por las palabras. Simplemente, porque he encontrado nuevas pasiones, de ejercicio con otros, que no son lectores sino protagonistas de una acción colectiva, compartida. Una historia tejida de a muchos, que podrá verse, desde el prisma de la historia, como una historia. Espero, colectivamente, que no sea sólo "una historia". Y eso, claro, lleva horas.
Sólo quisiera saber administrarlas mejor.
Me cuesta a veces. Las horas juegan en contra. Los días deberían de tenerlas a rolete. 56, 125 horas por día no vendrían nada mal. No vivir 200 años. Vivir lo de siempre, pero que cada día sea laaaargo, largo. Taría, ¿no?
Quizá ya no tenga tanto para escribir con teclados. Quizá esté escribiendo con las horas, con los pasos; lo que hago escribe en una historia nunca escrita, que no es sólo la mía. Quiero creer que cuando charlo con cafés, estoy escribiendo; cuando pongo pasión en algo, estoy escribiendo. Pero sé que no es así.
Escribir es una actividad, es algo que lleva tiempo, pasión, concentración. La única que creía no haber perdido es la segunda. Ahora pienso que, si lo intento, también puedo, con voluntad, sostener la tercera. Pero irremediable, irrevocablemente, en tanto hoy soy feliz, lo que no tengo es tiempo para escribir. No porque no quiera. No porque no siga apasionada por las palabras. Simplemente, porque he encontrado nuevas pasiones, de ejercicio con otros, que no son lectores sino protagonistas de una acción colectiva, compartida. Una historia tejida de a muchos, que podrá verse, desde el prisma de la historia, como una historia. Espero, colectivamente, que no sea sólo "una historia". Y eso, claro, lleva horas.
Sólo quisiera saber administrarlas mejor.