Contraneurosis

La neurosis es un trastorno psíquico sin una alteración orgánica demostrable, el las cuales el juicio de la realidad se halla conservado y hay lucidez. Las personas neuróticas son conscientes de su enfermedad, ya que reconocen sus síntomas, de los que la angustia es el más importante. Con la pluma y sin la espada, una modesta propuesta Contraneurosis.

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Nombre: Lucía Foos
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

Joven argentina de 24 años. Estudiante en la Universidad del Cine. Blogger por adicción, guionista en estado embrionario, productora de radio online y mujer imperfecta.

domingo, abril 17, 2005

Un beso

Es una plaza, es de noche, es invierno. Blanco, todo blanco. Hay gente, cubierta con gorros y guantes, de tapados largos y pesados, con botones grandes y miradas bajas; con lentes oscuros para cubrirse de ese sol de invierno, ese sol que insiste en alumbrar sin calor.

Imposible de reprimir, el impulso palpita, late fuerte en dos bocas.

Lo veo todo blanco, sin embargo sé que no nieva. Sé que en ese lugar no nieva, aunque haga frío. Pero bueno, tendrá que nevar. Siempre tuvo que nevar en esos besos.

Se acercan las caras. Sus narices están frías, sus alientos forman una pequeña nubecita de humo. Se precipita, finalemente, un beso caliente que derrite el frío de los labios, que le devuelve el calor al cuerpo. Calor que sube, desde la entrepierna derecho, hasta la garganta. Calor que combate en todo momento, que puja sin saber lugar, calor de excitación, de feromonas, calor infalibe, de energía. Calor incontrolable, disparador, incamuflable.

El beso se apaga. Quedan dos bocas calientes debajo de las narices frías, dos bocas de té de saliva, de perfume de menta maliciosamente fría y dulce.

El flequillo negro le enmarca la cara, el gorro azul le cubre la cabeza. Las orejas, blancas de frío, saludan desde la densa capa de largo pelo negro, pujantes por más frío. Ojos celestes, faltos de pigmentación: preciosos ojos celestes miran desde debajo de las cejas oscuras, celestes como el cielo que no se ve, celestes como todos los celestes, como el mejor.

Ahora, la sensación de saciedad, con urgencia de otro encuentro. Las narices frías, las bocas calientes de té, los ojos celestes enmarcados por el flequillo, que penetran comprensivos, cómplices, apurados, infatigables, deseosos, desarmables, desnudadadores; todo corre en el sentido del inevitable próximo encuentro.

Un guante extraído y el frío, el frío por debajo de la bufanda; el frío por el cuello, la nuca, la mano fría, muy fría, en la espalda, en un hombro, en el pecho... el aliento acogedor de efímeras nubecitas tibias y reconfortantes, acompañando la mano, besando toda superficie marchita por el paso del invierno, haciendo volver a florecer su calor, el calor, calor humano, calor de deseo, ese calor tan conocido, tan irreprimible, tan visible al sol... el sol, que insiste en alumbrar sin calor, el sol inevitable, delator de las acciones privadas en espacio público, el sol que reprime, que castiga, inútil alumbrando sin calor, perdiendo, perdiendo la batalla del calor ante ellos, que tanto producen donde no deben. El sol, envidioso, celoso, inútil y posesivo, posesivo de esos ojos celestes que son sólo suyos, porque celeste es el cielo y el cielo es su hogar, no dejará nunca que nadie logre hacerlos cerrar de placer, no deja que nadie los toque con su mano fría, tan fría, que genera tanto calor, tanto tanto calor, en ese lugar público.

Y el sol gana, pues ella se pone de su lado. Ella, dueña del cielo en sus ojos, del carbón en el pelo y del té de saliva, lo detiene, lo separa dulcemente, porque el sol alumbra aquello que no quiere que nadie más vea, donde no debe suceder. El sol gana, con su fría luminocidad evita el robo de su cielo, de sus ojos, y ella ¡ay!, sin saberlo, pospone para siempre el encuentro final que ambos tanto desean y que jamás ocurrirá, porque ellos nunca podrán concretar nada que quede sin escribir.

3 Comments:

Blogger ichi said...

que lindo lo que escribiste

y si, besas bien (???)

ehm, bueno, aguante el chucrut y mi blog ^_^

5:37 a. m.  
Blogger Canta said...

¿el chucrut?
El té de saliva es la onda.

Acá en el laburo vienen casi todas minas feas.
Siempre que aparece alguna linda no puedo evitar imaginar una cosa parecida a ese post.

Aparte con la escases, una mina linda es doblemente preciosa.
En la facultad es todavía más complicado; me enamoro cada cinco minutos más o menos.

Pero leyendo Borges se te pasa (...)

6:18 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Tus posts despiertan en toda persona al 'escritor' que hay en el y que quiere salir...

En algunos ese 'señor' (o señora, depende el caso... y no tiene nada que ver con el sexo de esa persona) duerme plácidamente y no tiene ni una gota de ganas de despertar.

En otros, ese individuo (ahh! sinónimos... que lindos los sinónimos!) lee sentando en gran sillón tapizado de cuero marrón, mientras fuma pipa, o en su defecto un habano cubano (jo, rima!)

En los restantes, este ser interior hace surcos de tanto caminar, cual tigre enjaulado, de un lado a otro que esos barrotes que lo acorralan desaparezcan y pueda ser libre, ser lo que nunca fue.

Y vos formás parte de ese sol:

Que posa sus rayos en los ojos del primero, aquel que dormía plácidamente y que no quería despertar, sacándolo de su letargo.

Que ilumina las páginas de las
lecturas del segundo, el mismo que yace leyendo y fumando en el sillón de cuero marrón.

Que funde esos barrotes que acorralan al tercero, ese que camina de lado a lado esperando a ser libre algun día.

Que me sorprendió.

6:48 p. m.  

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